Hay jinetes de luz en la hora oscura
María Calvo | 14 de junio de 2017
En los últimos años, países como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Australia han experimentado el resurgir de la educación diferenciada por sexo con el apoyo de políticos de muy diferentes tendencias, educadores, padres, ciertos sectores feministas, así como asociaciones de defensa de los derechos y libertades. Esta tendencia, que afecta especialmente a los colegios públicos, ha generado un encendido debate en ámbitos académicos, legales y políticos. La educación diferenciada por sexo es, probablemente, uno de los asuntos más actuales en la lucha por la igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación pública de estos países, como muestra la amplia literatura académica, científica y divulgativa que constantemente sale a la luz al respecto.
All-girls schools send more pupils on to universities
— single sex education (@EASSE_) February 11, 2017
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La educación diferenciada actual tiene como objetivo prioritario la igualdad de oportunidades. Una escuela que considera que las diferencias entre los sexos son siempre enriquecedoras y que lo que hay que eliminar son las discriminaciones y los estereotipos, superando las desigualdades sociales y las jerarquías culturales entre hombres y mujeres. En este sentido, la escuela diferenciada es teleológicamente coeducativa: su fin es garantizar una posibilidad real para niños y niñas de alcanzar los mismos objetivos y metas en lo profesional y lo personal, dándoles a todos las herramientas pertinentes para elegir con libertad su propia trayectoria, sin complejos ni imposiciones miméticas rechazables.
Si en la historia ha existido un momento y un contexto social en el que este modelo educativo fuera conveniente y recomendable, ese es precisamente el actual. Los cambios sociales provocados por las nuevas tecnologías, junto con la banalización y ‘normalización’ de las relaciones sexuales desde edades muy tempranas y la erotización del ambiente, han dado lugar a un marco social en el que las escuelas diferenciadas tienen mucho de positivo que aportar a la configuración personal de niños y jóvenes. Ahora es más necesaria que nunca una institución donde sea posible tratar con serenidad la formación diferenciada en función de la peculiar vida afectiva de cada sexo.
La educación diferenciada es un método docente capaz de superar el mito de la neutralidad sexual, tan extendido actualmente en las aulas y fuera de ellas, y que, al margen de ideologías, creencias o políticas determinadas, otorga un tratamiento adecuado a niños y niñas al atender con detalle a sus especificidades propias, lo que permite alcanzar mejor los objetivos educativos y culturales y abre mayores posibilidades a los alumnos, al dar la oportunidad a los docentes de trabajar con grupos más homogéneos.
La educación diferenciada parte de la consideración de la alteridad sexual como un elemento esencial de la naturaleza humana que hace a los hombres y a las mujeres diferentes, pero al mismo tiempo complementarios. Partiendo de una igualdad absoluta en cuanto a las metas, los objetivos, los medios y la calidad de la enseñanza, aplica métodos docentes adecuados a las peculiaridades de maduración, conductuales y cognitivas de cada sexo. No obstante, las diferencias sexuales en el aprendizaje también pueden recibir adecuada atención en clases mixtas. En este caso, se requerirá algo más de habilidad por parte de los docentes, pero los resultados y la excelente respuesta por parte de los alumnos compensarán, sin duda, con creces el esfuerzo que haya de realizarse.
El Supremo Sostiene que "no se puede asociar la enseñanza separada con la discriminación por razón de sexo" https://t.co/j8glSYwfbC
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Las investigaciones demuestran que los colegios que han introducido técnicas de educación específica para niños y niñas experimentan una subida generalizada del nivel académico y de la eficacia docente, especialmente entre alumnos que históricamente han estado en desventaja por motivos socioeconómicos.
Asimismo, diversos estudios señalan que los niños y niñas que han ido a colegios diferenciados tienden en mayor medida a inclinarse por estudios y materias que tradicionalmente han pertenecido al sexo opuesto. En estos centros docentes, las niñas van mejor en materias como matemáticas o ciencias -en las que la media nacional muestra que están claramente por debajo de los chicos-, gozan de mayor autoestima sobre sus propias habilidades y el control sobre su vida y asumen menos roles estereotipados, además de tener expectativas más elevadas sobre su futuro.
Sin embargo, en España todavía abundan los prejuicios hacia este modelo educativo, aunque la razón, la experiencia e incluso la investigación científica objetiva y rigurosa muestren con claridad sus ventajas y beneficios. La educación mixta considerada como único modelo válido y merecedor de financiación pública se asume como dogma intocable e insusceptible de discusión. Esta intolerancia intelectual hacia modelos pedagógicos diferentes al mixto anula la libertad de los ciudadanos.
Seguir rechazando (sin justificación objetiva razonable alguna) el modelo actual de educación diferenciada, seguir dificultándole el acceso a la financiación pública o negar la apertura de colegios públicos diferenciados para los padres que así lo deseen (existiendo una demanda que va progresiva y exponencialmente en aumento) supone una postura rígida, anquilosada, que se cierra a la ciencia y a la innovación pedagógica, que se opone a la tendencia marcada por países que están logrando remontar la crisis educativa y supone negar a los padres su derecho a elegir la educación que quieren para sus hijos en un marco de gratuidad garantizado constitucionalmente.
La educación mixta no es la única opción válida y, por lo tanto, no debe ser la única ofertada por la Administración. Ningún modelo, ni el diferenciado ni el mixto, es perfecto para todos los alumnos. Es obligación de los poderes públicos hacer posibles todas las ofertas educativas y dar a quien lo desee la oportunidad de realizar al máximo sus posibilidades dentro de la opción libremente escogida. Siempre constituirá un enriquecimiento para la oferta educativa en el ámbito público poder contar con el mayor número de opciones posibles. Cada familia debería poder ver satisfechas sus preferencias con independencia de su nivel económico. Lo importante es que exista la posibilidad de decidir un sistema u otro con entera libertad. Se trata de debatir sobre qué es lo mejor para nuestros hijos, dar información a los padres y concederles el derecho, ahora negado, de elegir libremente una de las opciones. Está en cuestión la propia libertad de educación. Una sociedad plural y democrática exige, asimismo, una pluralidad de opciones educativas. La diversidad y la pluralidad de modelos educativos es la fuerza que vertebra la verdadera libertad de enseñanza.