Hay jinetes de luz en la hora oscura
Rafael Ortega | 08 de julio de 2018
El Gobierno de Pedro Sánchez ha frenado sus impulsos primeros acerca de la asignatura de Religión, que seguirá siendo “evaluable”, pero cuya nota no contará para la media final, ni tampoco para conseguir becas y otro tipo de ayudas para los alumnos, como ocurría con la LOMCE, la ley aprobada por el Partido Popular.
Esos impulsos primeros del nuevo Gobierno creemos que han sido frenados tras los últimos y hasta ahora únicos contactos que ha habido entre el presidente Sánchez y el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez. Una conversación muy discreta pero muy fructífera, al parecer, pues Blázquez sabe mover muy bien sus argumentos y es un hombre muy hábil en cualquier negociación.
Estudiar religión para ser libres . Una asignatura esencial para la formación humana
La noticia de este “freno y un poquito marcha atrás” la ha dado esta semana la ministra de Educación y Formación Profesional y también portavoz del Gobierno, Isabel Celáa, por cierto, según dicen, la única del Gabinete que se ha declarado católica. Una noticia que suaviza la ya conocida postura del Partido Socialista Obrero Español, que hace casi dos años, en septiembre de 2016, registró una proposición de ley para “instar al Gobierno del PP a adoptar las medidas necesarias para volver a establecer el carácter no evaluable de la asignatura de Religión que establecía la LOE, de manera que las calificaciones no computen a efectos académicos y no sean tenidas en cuenta en procedimientos de concurrencia competitiva”. Si recordamos bien, esta proposición no de ley decía también que “la introducción del carácter evaluable y computable de la Religión introducido por la LOMCE agrava el adoctrinamiento religioso al ser sometido el alumnado a la presión de la evaluación”.
Creemos que Pedro Sánchez, que tiene muchos frentes abiertos, ha decidido aparcar este tema tan sensible para muchos y que para otros no es tanto la enseñanza de la asignatura sino el aprovechamiento particular de los resultados conseguidos con la misma. Los números cantan a este respecto: hay dos millones doscientos mil alumnos que cursan la asignatura en Infantil y en Bachillerato y, desde la aprobación de la LOMCE, ha pasado en Bachillerato de 72.603 a 129.639 la cifra de alumnos que escogieron Religión, porque al ser evaluable contaba muy mucho en la nota media final. Con esto no queremos decir que la mayoría que escogieron Religión no lo hicieran por una creencia religiosa fuerte, pero siempre hay minorías que se aprovechan de ciertas situaciones.
En 2016 fueron más de tres millones y medio de alumnos en clase de #religión. En 2018 esa cifra aumentará. Si quieres que tus hijos sean uno de ellos, diles #YoVoyAReligión #YoFuiAReligión pic.twitter.com/6UDcpwUImN
— Of. Información CEE (@prensaCEE) June 20, 2018
Lo que sí es cierto es que hay una “cierta confusión” entre evaluable y compatible, pues una cosa es que se ponga nota y otra que esa nota “cuente”. Lo que va a hacer el Gobierno Sánchez es “dejar lo primero y quitar lo segundo” o, lo que es lo mismo, va a cumplir con la Constitución, que recoge en su artículo 27.3 que ”los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». El Estado, pues, tiene la obligación de incluir la enseñanza de la Religión en los colegios públicos y privados siempre que los padres así lo demanden.
Seguramente Blázquez se lo recordó a Sánchez.