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Economía

La reforma laboral de Rajoy logró crear empleo y la amenaza es volver a las rigideces pasadas

Javier Morillas | 19 de junio de 2018

Economía

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Rajoy ha contribuido a crear 500.000 empleos anuales. Su reforma laboral, como las de González y Aznar, ha logrado una recuperación. El peligro es volver a las rigideces anteriores. La ministra Valerio no habla de derogar, sino solo de modificar.

El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy se despidió con 1.685.746 empleos más que cuando inició su mandato a fines de 2011. Y también con 1.170.229 parados menos.

Sin embargo, no ha podido alcanzar nuestro récord histórico de julio de 2007, que llegó a los 18.915.669 afiliados a la Seguridad Social, dado que se ha quedado en los 18.493.050 afiliados, con el mérito de que, entre estos, casi dos millones de afiliados son inmigrantes a los que el mercado laboral español ha sido capaz de encajar. Porque la «reforma Rajoy» ha conseguido contribuir a crear 500.000 empleos anuales. De modo que la diferencia de 577.382 afiliados más se habría alcanzado con seguridad de haberse completado la legislatura.

González, Aznar y Rajoy, los grandes artífices de las reformas

Y es que hay que decir que los presidentes Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy han sido los artífices de las tres grandes reformas laborales, las de 1994, 1997 y 2012, respectivamente, que explican el actual dinamismo de nuestro mercado de trabajo. Las tres con una gran oposición y contestación sindical. Pero todas rompiendo moldes, en pos de una mayor apertura, y avanzando en la misma dirección. Ninguna de las tres, a pesar de contar también en cada momento con la dura crítica de la oposición parlamentaria, fue derogada por el Gobierno posterior. Ni siquiera Rodríguez Zapatero derogó la del presidente Aznar.

La razón está en que, ni aun en la espectacular fase de crecimiento de los años sesenta y primeros setenta, la economía española había sido capaz de crear empleo de forma masiva en las fases expansivas del ciclo, como nuestros vecinos europeos. Así, entre 1957 y 1977 apenas se crearon 675.000 empleos netos. El mercado de trabajo del franquismo descansaba en una rígida legislación laboral, no exenta de un alto contenido paternalista. Sin sindicatos libres ni derechos de huelga, pero también sin ERE ni despidos laborales. Luego, el Estatuto de los Trabajadores de marzo de 1980 reconoció los derechos sindicales y de huelga, pero sin otros ajustes alternativos al rígido marco creado por el régimen anterior. Y quedó un mercado todavía más ineficiente y desequilibrado.

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Tales rigideces quedaron dramáticamente evidenciadas en la etapa recesiva de 1977 a 1985, con más de 1.725.000 empleos netos perdidos. El magro balance de treinta años de mercado de trabajo inflexible hizo que, pese a que la renta per cápita española se había multiplicado por diez, nuestra economía experimentó una caída del empleo neto próxima a los 850.000 puestos de trabajo.

Por el contrario, la reducción de la rigidez empezó a demostrar su validez estratégica entre 1985 y 1991. Así, las posibilidades abiertas por las simples reformas en las modalidades de contratación permitieron aprovechar el ciclo económico expansivo convirtiendo ese periodo en la fase de crecimiento con mayor generación de empleo que nunca habíamos registrado: 1.750.000 empleos netos. Pero muy inferior -especialmente en el sector privado- al porcentaje creado en los países de la Comunidad Económica Europea (CEE). Por lo mismo, cuando vino la recesión, la destrucción de empleo fue en España muy superior a la media de nuestros socios comunitarios. Se necesitaba un crecimiento real del PIB superior al 3,5 por ciento anual para crear empleo en España.

Las reformas laborales en España

En este sentido, la reforma laboral del presidente González en 1994 fue histórica. E hizo posible que se pasara de la traumática pérdida de mil empleos diarios, en 1993, a que en 1994 el paro disminuyera en 150.000 personas, en vez de aumentar en 120.000; e hizo posible que solo en el primer trimestre de 1995 se estuvieran creando 1.400 empleos diarios como promedio. Es la misma reforma que permitió la creación de las ETT, las Empresas de Trabajo Temporal, hasta entonces tan vituperadas por los sindicatos y que motivaron notables protestas sociales, y extendidas a los medios de comunicación no especializados, pero que permitió el reinicio de una nueva fase de recuperación del empleo hasta la segunda gran reforma laboral: la del presidente Aznar de 1997, que permitió la expansión de la década posterior. Ya se creaba empleo, incluso creciendo en torno al 2 por ciento.

Tras el 11-M y el inicio de la presidencia de Rodríguez Zapatero, la inercia de crecimiento de la economía española duró apenas una legislatura, poco más de tres años, que nos condujo a la «gran recesión» que no termina hasta 2014. Y hasta la tercera gran reforma laboral de 2012 del presidente Rajoy. Esta nos ha permitido crear empleo, incluso creciendo por debajo del 1,4 por ciento, como ocurrió en 2014, e ir recuperando empleo.

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Si entre 2007 y 2013 se destruyeron 3,34 millones de empleos, dos tercios de los cuales perdidos bajo la presidencia de Rodríguez Zapatero, desde 2014 se produce un punto de inflexión hasta conseguir añadir 2,74 millones de ocupados más. Es decir, más de 1.700 empleos añadidos diariamente. Así, la cifra de paro queda hoy en 3.252.130 desempleados, la más baja desde diciembre de 2008, aunque más de un millón superior a las cifras anteriores a la «gran recesión».

Hoy la amenaza es volver en el mercado de trabajo a las rigideces pasadas. Que una empresa no pueda adecuar su plantilla a una eventual caída de ventas o a una situación de pérdidas. De volver a dar primacía a los convenios sectoriales sobre los de empresa. De volver a fortalecer las cúpulas de sindicatos y entidades patronales, con el aumento de sus diferentes vías de financiación sirviéndose del presupuesto.

No obstante, hemos avanzado. En La Linterna de COPE, que dirige Juan Pablo Colmenarejo, la nueva ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, ya no hablaba de derogar la «reforma Rajoy», sino de modificar ciertos aspectos. Veremos qué «modificaciones». Y si tiene mayorías parlamentarias para acometerlas.

Imagen de portada: El presidente en funciones del PP, Mariano Rajoy, durante un acto del partido | Flickr.com/PP
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