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Economía

Los refugiados y eventuales atentados podrían afectar al previsto triunfo electoral de Merkel

Stefanie C. Müller | 23 de agosto de 2017

Economía

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La victoria de Angela Merkel en las elecciones alemanas del mes de septiembre parece clara. Sin embargo, cualquier incidencia relacionada con los refugiados puede alterar el escenario. La canciller teme también que posibles atentados cambien el curso de la política. 

Angela Merkel ha cometido pocos errores en los últimos años. Alemania está económicamente mejor que nunca. Pero la esperada ola de refugiados que ya se nota en las costas españolas permanece como una espada de Damocles sobre ella.

Angela Merkel es «Mutti», mamá en alemán, y esta imagen le ha ayudado mucho en los últimos años para tener la confianza garantizada del 40 % de los alemanes. Hasta algunos en el otro lado político han empezado, a lo largo de los últimos 12 años de su “reinado”, a creerse su marketing político de ser la madre de la nación. Pero cuando «Mutti», el 4 de septiembre 2015, abrió las fronteras alemanas para que entraran miles de refugiados venidos por Hungría y los Balcanes, cambia la situación. Merkel había lanzado mensajes como «Refugiados, welcome». Sin embargo, cuando se da cuenta de que entre los teóricos refugiados había muchas personas de Kosovo, Serbia y Macedonia que se apuntan a esta ola de 2015 para entrar en Alemania, la canciller cambia el chip, porque advierte que los alemanes otra vez temen por su «Raum», espacio, y su status quo y algunos la acusan por su efecto llamada. Problemas como la «Überfremdung», o la «extranjerización» en español, son otra vez un tema de debate político en Alemania y también la «deutsche Angst» (miedo alemán).

Merkel saca lo mejor de un error grave

Merkel se da cuenta de que se había equivocado y el temor constante en la política alemana a la xenofobia y el pasado nazi se despiertan. El día 13 de septiembre de 2015, solamente pocos días después de la apertura, cierra las fronteras otra vez. Pero estos seis días han cambiado todo para Merkel.

De repente, Alemania es un país de inmigración, ella también es la «Mutti» de los refugiados y toda la UE está obligada a responder a las siguientes olas que vienen de África. Haya un cierre de las fronteras alemanas o no, la situación ya es dramática. El periodista alemán Robin Alexander lo explica muy bien en su libro Die Getriebenen: «Ya se había iniciado algo que era imposible de frenar, también porque los medios de comunicación no toleraron que madres con niños en brazos no pudieran entrar en Alemania». «Getriebenen» es «empujados» en español. No solamente los refugiados eran «empujados», según Alexander, sino también los políticos alemanes que tenían que reaccionar y coordinar con el Este de Europa una decisión que se había tomado en solitario. La buena imagen de Alemania a nivel económico y social se convierte, de repente, en espada de Damocles, porque atrae a miles y miles de personas que se suman a esas filas de personas caminando. Algunos alemanes se acuerdan de su propio pasado, de la propia fuga de su familia; otros, solamente sienten miedo y rechazo frente a tanta gente extranjera que entra en el país.

Los otros países europeos se vengan indirectamente del «Alleingang» alemán y dejan abiertas las fronteras para que todos puedan continuar hasta su destino final: Alemania. Turquía, especialmente, sigue esta estrategia, para luego presionar a Merkel en otros asuntos. La canciller firma con el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan un «Acuerdo» que fue luego muy criticado en Alemania, pero no tenía otra opción. Mediante el «Acuerdo», Erdoğan recibe mucho dinero para hacer el trabajo sucio de frenar los refugiados y devolverlos y, además, consigue que la UE se comprometa a acelerar las negociaciones sobre una liberalización de los visados para turcos. Nadie de los que la criticaron por este «deal» pusieron otra opción en la mesa.

La entrada de refugiados por mar no es culpa de Merkel, pero le daña

Ahora que entran todos los días otra vez refugiados por el mar, que llegan sobre todo a las costas españolas, muchos se preguntan quién tiene la culpa de que no paren de venir pobres y desesperados de otros países para buscar la salvación en Europa: los conflictos en Afganistán, Iraq y Siria, ¿o más bien es un deseo de muchas personas de salir de su desesperanza a una nueva vida como sea? También muchos economistas y políticos españoles piensan que la culpa la tiene Alemania por haber tomado esta decisión contra los acuerdos de la UE de decidir por unanimidad sobre estas cuestiones.

El periodista alemán Alexander describe la actitud de Merkel como puro marketing político para salvar su cabeza. Su opinión la comparte gran parte del mundo conservador en España y en Alemania. Algunos alemanes, por ello, empiezan a votar a partir de 2015 por la Alternative für Deutschland (AfD–Alternativa para Alemania), un partido creado en 2013. AfD gana rápidamente simpatizantes y llega, en algunas elecciones locales y regionales, sobre todo en la antigua DDR, la Alemania comunista, a tener más del 20% de los votos.

Se publica nueva encuesta sobre intención de voto en #Alemania. Claves de las próximas elecciones por @fdelledonne https://t.co/kSDeI8U9Wt pic.twitter.com/MHPoWHJENC

— United Explanations (@unexplanations) August 22, 2017

Pero es interesante cómo la canciller sale de esta situación. Merkel demuestra, una vez más, su enorme habilidad como política y líder, consiguiendo, después de una charla con Mariano Rajoy en 2015, que España apoye a Alemania, pero a cambio -según el periodista Robin Alexander, en su referido libro Los empujados– de que la UE mande menos refugiados a España de los previstos y que Bruselas, en 2016, no multara al Gobierno del PP por endeudarse más de lo acordado.

En paralelo con el cambio de discurso de Merkel hacia una política más restrictiva para con los refugiados, baja también la euforia sobre la AfD entre los votantes conservadores. Ahora, las encuestas prevén para este partido de extrema derecha «solamente» un 8% de los votos en las elecciones generales de septiembre. Sus conflictos internos y los constantes escándalos de xenofobia, cerca o dentro del mismo partido, han ayudado a estas expectativas de voto, pero las exigencias de la AfD siguen gustando a parte de la población alemana, aunque de momento no votarán por ellos:

  • La suspensión del acuerdo fronterizo de Schengen.
  • La negación de asilo para refugiados de países “seguros”, llamados en alemán «Wirtschaftsflüchtlinge», refugiados por causas económicas.
  • Frenar la extensión del islam en Alemania y no financiar ya la construcción de mezquitas. La burka debe estar prohibida.

Merkel no tenía otra opción

Todo este manejo político de Merkel lo describe Alexander en su libro. La pregunta es: ¿es rechazable lo que ha hecho ella? Creo que no, es la realidad de la política y el día a día en cualquier empresa. Ninguno de los países que criticaron a Merkel han propuesto otras soluciones, incluyendo España. Sería ingenuo pensar que un gobierno solo actúa por el bien del país y de los refugiados y no por sus propios intereses. Al final, lo que cuenta es el resultado y es un hecho que Alemania económicamente todavía va bien -a pesar de la llegada de dos millones de refugiados-, mejor que nunca desde los años 90. El paro está en mínimos y la riqueza per capita de los alemanes está en máximos: 38.000€.

Merkel, la cara cristiana de la política

AlemaniaLa canciller ha logrado que Alemania crezca y disfrute de una bonanza sostenible. Su victoria en las próximas elecciones sería una buena noticia para Europa.

Esta no es una razón para empezar a pintar escenarios catastróficos, aunque queda claro que hay que frenar la llegada de más personas a Alemania. También por la propia seguridad de los que emprenden este viaje peligroso por el desierto y el mar. Pero el país germano ha aprovechado los últimos años de la crisis en el Sur de Europa para acelerar su máquina exportadora, ahora toca ser solidario con otros y de acuerdo con Merkel: «Wirkönnen das schaffen» («podemos alcanzarlo»). La propuesta de «Plan Marshall» para África es una buena iniciativa y ojalá España añada su experiencia con la inmigración ilegal y su alto nivel de integración de los extranjeros, así como sus buenos contactos en el Norte de África, que pueden aportar mucho en la lucha contra las crecientes olas de pobres en «pateras» que vienen por mar. Claramente, hay que frenar olas de este tipo y mejorar la situación en los países de origen y luchar contra las bandas. Pero es un hecho que cada uno de los 82 millones de alemanes tiene que pagar con sus impuestos, hasta ahora, un total de 625 euros del coste total que han provocado los refugiados en concepto de seguridad e integración: un importe total que llega a 50.000 millones de euros.

Las elecciones alemanas están determinadas por los refugiados e ISIS

A la política y los medios de comunicación les encanta la polémica. Por ello, a diferencia de España, registramos en la TV y prensa alemana una constante referencia a lo que está pasando en el mar ahora. El candidato de los socialdemócratas, Martin Schulz, ya ha iniciado el debate electoral, ha comentado que la situación es “muy grave” y alerta de lo siguiente: «Si no actuamos ahora, se va a repetir la situación de 2015». Además, Merkel tiene que temer posibles atentados que pueden cambiar el curso de la política, como pasó en España en 2004.

El peso de la deuda es inasumible

alemaniaLa Europa de entreguerras, en la que Alemania sufrió las consecuencias de un endeudamiento extremo, es un precedente nada halagüeño.

Por el momento, la victoria parece clara: según las encuestas, su partido llega a un 40% de los votos y su aliado en el gobierno, el SPD, solamente a un 25% en las próximas elecciones. Pero cualquier incidencia que surja relacionada con el tema de los refugiados tiene un impacto tan grande que puede cambiar el escenario. El periódico más leído en Alemania, Die Bild, dice: «Quien no actúa ahora y juega con el tiempo electoral se equivoca». En este sentido, a Merkel le vienen bien noticias y grandes titulares, como los publicados en Bild: «Bulgaria refuerza sus fronteras con Turquía para evitar la entrada de refugiados».

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