Hay jinetes de luz en la hora oscura
Javier Morillas | 10 de enero de 2018
Para Indalecio Prieto, «no entender políticamente el mundo de la crisis económica y no presentar ante él una política económica coherente constituyó una de las causas del fracaso de la República». Podríamos decir lo mismo del Gobierno de la Generalitat. No supieron enfrentarse a la crisis que afectaba al mundo desarrollado y salieron por la «petenera» independentista.
Lo contrario es lo que hizo el Gobierno central desde que asumió sus responsabilidades a fines de 2011, porque decidió enfrentarse a la misma reformando el entorno económico -aunque descuidando el político-, que le ha llevado a iniciar 2018 con 611.000 cotizantes más (9,96% extranjeros) a la Seguridad Social, totalizando 18,46 millones. Estos son menos de los que había al inicio de la crisis, pese a haberse superado en 2017 el PIB de 2008, disminución explicada por las mejoras de eficiencia y competitividad del nuevo modelo productivo.
Gráfico que muestra la situación de los cotizantes a la Seguridad Social a fecha de diciembre de 2017 | Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Pero hoy la productividad apenas crece en Occidente. Tampoco en España, que termina 2017 con incrementos estimados del 3,42% del empleo y 3,1 del PIB (los de 2015 y 2016 se corrigieron recientemente hasta el 3,4 y 3,3, respectivamente); esa pérdida de productividad (0,32% al menos) explica los salarios moderados y, aunque el 75% del empleo es indefinido, el 25% es temporal, como ocurre siempre tras una crisis. Con unas empresas todavía hiperendeudadas (deben 0,88 billones de euros), temerosas con la contratación, y unos empleados de cualificación y adaptación desigual, especialmente los dos millones de inmigrantes con empleabilidad de escaso valor añadido.
Mientras Cataluña, frente a los datos nacionales, solo aporta 148 nuevos cotizantes más en diciembre sobre el mes anterior. Y es que las caídas de sus indicadores económicos están siendo realmente mayores que las estimadas y difundidas desde octubre.
Por cierto, La Petenera fue una famosa cantante de flamenco del siglo XIX que inició una variante de este cante, por cuya modalidad no es extraño que Carles Puigdemont se arrancara. Con los flamencos belgas, por supuesto.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.