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Cultura

«The Walking Dead» . Nueva temporada en busca de la humanidad que se cae a pedazos

Roberto Gelado | 22 de octubre de 2017

Cultura

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El estreno de la octava temporada de The Walking Dead en Fox España recupera las intrigas inacabadas de la pasada campaña, con el foco puesto de nuevo en el norte ético de una sociedad en decadencia.

Por paradójico que resulte, lo cierto es que pocas series de la parrilla actual gozan de la vitalidad The Walking Dead. Lejos, muy lejos, quedan ya los tiempos culebroneros de la primera temporada, aquel Amar en tiempos de muertos que ignoraba el brutal potencial franquiciable de la premisa del fin del mundo. Revertido aquel desliz, la serie asentó sus reales en debates mucho más interesantes –qué nos hace ser humanos, hasta qué punto hay que estar muerto para dejar de serlo; o, más escalofriante aún, cuántos vivos lo son solo en apariencia a la luz de sus decisiones éticas– y desde entonces no ha hecho sino consolidar su trono.

7 temporadas de #TheWalkingDead resumidas en 1 minuto. pic.twitter.com/ATrOjQKs9q

— FOX España TV (@foxtves) October 19, 2017

Lo ha hecho, además, navegando por corajudas coordenadas narrativas, desde el constante baile de personajes del que apenas se libra (ojo, spoiler), de momento, su protagonista, hasta la coherencia de la apuesta coral: todos los personajes tienen peso, todos tienen una historia propia digna de ser contada, todos aportan algo al relato apocalíptico, todos contribuyen ese enorme pórtico que trata de dar respuesta a qué puede quedarle en pie a la humanidad cuando el mundo a su alrededor se cae a pedazos.

Podría argumentarse, y no es nada descabellado que haya quien así lo defienda entre los avezados lectores que compartan con quien escribe la fascinación por tan talentoso serial, que todo destila un enorme tufo a inevitable; que por más vueltas que se le dé al invento, el destino fatal de esta humanidad semiderruida está más que sellado. Apoyarán su relato quienes así se posicionen, sin duda, en la ineficacia del pesimismo, en el atentado contra la moral misma cuando se vislumbra con horror que el destino será independiente de la ética de los actos: total, al final vamos a caer todos. Y no les faltará razón, aunque, de momento, que la serie lleve ya siete temporadas caminando contradice el principio mismo del destino fatal.

. @Gonsofuentes te explica por qué @HandmaidsOnHulu es una de las mejores series de 2017. #series #dbhttps://t.co/ypwIi4sc6W pic.twitter.com/sXuLVK6xht

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 14, 2017

Se podría rebatir también que, a veces, como sugerían los mandamientos del relato trágico en la Poética aristotélica, el propósito mismo del relato no ha de ser inspirador de optimismo, sino advertencia de fatalidad. La raíz misma del género estaba en el tragos, el chivo sobre cuyo cuerpo la sociedad identificaba los males que quería expiar; el propósito de relatos como el trágico, por ende, no es infundir optimismo sino temor por lo que sucedería de medrar aquellos errores que desencadenaban la tragedia. Los orígenes del subgénero de zombies, como el terror de monstruos mismo, tenían mucho de aquella expiación; y pocos como el difunto George A. Romero entendieron el potencial metafórico de aquel relato sin más fin que advertir de los peligros de una decadencia moral a través de individuos que se caían a trozos.

The Walking Dead, que estrenará en Fox España, casi de manera simultánea con EE.UU., su octava temporada, es una dignísima sucesora de aquellos postulados. Sus mimbres no podían ser mejores, con un mítico del género de terror como Frank Darabont a los mandos de la nave, y con Robert Kirkman, uno de los creadores del cómic en el que se inspira la serie, absolutamente integrado en el engranaje de producción y escritura.

Los frutos no paran de llegar. De hecho, no debería haber rubor en defender que la última temporada de la serie entró claramente en el olimpo de las tres mejores de su ya dilatada existencia. A ello contribuyó, qué duda cabe, el poderosísimo cliffhanger del final de la entrega anterior, con el psicópata Negan –nadie podrá bautizar mejor a un peor villano– jugando al «pito, pito, gorgorito» con su inseparable Lucille para decidir el corazón de qué grupo de fans destrozaba para siempre.

Encontró un nuevo hogar. Y ahora tendrá que defenderlo. #TheWalkingDead, el 23 de octubre estreno de la nueva temporada #PrimeroEnFOX. pic.twitter.com/HQiZSVcOmz

— FOX España TV (@foxtves) October 18, 2017

Aquello impregnó, qué duda cabe a, casi todo el resto de la temporada de una atmósfera por momentos irrespirable, una suerte de determinismo que, por primera vez, parecía absolutamente infranqueable. El asfixiante primer capítulo fue su epítome evidente, pero el trabajadísimo duelo de (ojo, spoiler) Maggie como equivalente de continuidad trajo aún más carga de profundidad ética. La parcial resolución (seguimos con los spoiler) del conflicto “Negan contra todos”, fue, algo naif: aquellas bestias saltando por los aires para resolver cual dios bajado de los cielos, un nudo que los guionistas prefirieron (¿no supieron?) no deshacer con mimo. Sin embargo, por más que ese final de temporada fuera mucho menos cautivador que el de su predecesora, lo cierto es que, hasta entonces, había rayado muy alto.

Que (spoiler final) no desapareciera Negan fue una decisión inteligente en The Walking Dead, después de todo, porque en su rol de némesis a la bondad ética, resquebrajada, pero bondad aún, de Rick y su círculo más íntimo, se auguran aún un buen puñado de conflictos sin resolver. En pocas semanas sabremos si, con ellos, vuelve la serie a sus mejores registros.

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