Hay jinetes de luz en la hora oscura
Miguel Serrano | 24 de abril de 2018
Rembrandt. Obra gráfica
Museo Lázaro Galdiano Calle Serrano, 122 (Madrid) Hasta el 3 de junio de 2018 Entrada general: 6 € Entrada reducida: 3 € De martes a sábado: de 10 a 16:30 h. Domingos: de 10 a 15 h. Lunes cerrado Sitio webCuando escuchamos el nombre de Rembrandt, rápidamente nos viene a la cabeza su obra pictórica, cuadros como La ronda de noche, El retorno del hijo pródigo o La lección de anatomía del doctor Tulp, o alguno de sus numerosos autorretratos. Sin embargo, el maestro holandés se hizo verdaderamente famoso en su época gracias a su labor gráfica. Precisamente a esos grabados está dedicada la nueva exposición Rembrandt. Obra gráfica, que reúne por primera vez, en el madrileño Museo Lázaro Galdiano, las 37 láminas de la colección personal de José Lázaro Galdiano, que adquirió probablemente en París.
Rembrandt, nacido en Leiden (Países Bajos) en 1606, es una de las figuras dominantes de la pintura barroca. Es de sobra el mejor artista de la historia de Holanda y uno de los más importantes del arte europeo. Su vida coincide con la llamada Edad de Oro holandesa, los años más brillantes del país, con una posición importante en el panorama político y económico y con un auge impresionante de la ciencia, la cultura y el arte. Y, en parte, esto fue así por la figura de Rembrandt. Su talento, ya desde su juventud, no pasó desapercibido, y pronto adquirió un gran renombre entre sus contemporáneos por sus pinturas y grabados. Se vendían a muy buen precio, y Rembrandt se acostumbró a vivir con todo tipo de lujos. Conocía perfectamente sus dotes, y sabía que su obra iba a ser vendida rápidamente. Quería enriquecerse para permitirse el nivel de vida ostentosa de sus clientes, y para ello siguió principalmente la senda del grabado, realizando series de ellos para venderlas rápidamente.
Exposición #RembrandtMLG 5) "El orfebre" (1655). Aguafuerte y punta seca, 77 x 56 mm. Edición: Claude Henri Watelet, 1767-1786.
— MuseoLázaroGaldiano (@Museo_Lazaro) April 17, 2018
El orfebre da los últimos toques a una escultura alegórica de la Caridad. #Rembrandt nos muestra la conexión entre el artista y su oficio#arte #art pic.twitter.com/9XVIATCHbF
La vida le sonreía, y él lo aprovechaba. Pero la fortuna es caprichosa y acabó volviéndose contra aquél que había sido uno de sus favoritos. Rembrandt acabó pagando las consecuencias de sus actos, de sus gastos desenfrenados y de una vida por encima de sus posibilidades, y, tras un par de amagos de bancarrota, se arruinó y tuvo que vender su taller y su casa de Amsterdam para irse a vivir a las afueras (algo que fue considerado intolerable para el hipócrita gremio de pintores de Holanda, que decidió que alguien con esa situación económica no podía comerciar con arte), y salió poco a poco adelante, aunque el resto de sus años se vio obligado a llevar un nivel de vida humilde y austero. Además, la desgracia y la tragedia se cebaron en él (sobrevivió a sus cuatro hijos y a su primera mujer), y murió en la pobreza en 1669, un año después de la muerte de su último hijo.
Su obra destaca por una maestría absoluta e indudable en el dibujo y, sobre todo, en el uso de la luz, realizando un constante juego de sombras y claroscuros poderoso y fácilmente identificable. Esto no solo se aplica a sus cuadros, sino que es especialmente patente en sus láminas y grabados. De trazo enérgico pero delicado al mismo tiempo, la obra de Rembrandt se caracteriza por el dominio del dibujo y la libertad técnica. En sus grabados representó la misma variedad de temas que en su obra pictórica, siendo especialmente relevantes sus retratos, sus autorretratos, sus escenas de género y los temas bíblicos. Estos cuatro temas son los que vertebran las secciones de la exposición del Lázaro Galdiano.
La sección más destacable es la dedicada a los temas bíblicos, a los que dedicó la mayor parte de su obra, tanto gráfica como pictórica. Grabó alrededor de 80 láminas inspirándose en las escenas bíblicas, en las que interpreta la Sagrada Escritura desde una visión personal y al mismo tiempo universal.Los rostros y gestos de los representados son naturales e intemporales, y sólo los vestidos al estilo oriental con gran lujo nos hacen pensar en los tiempos de la Biblia. Gran conocedor de la iconografía tradicional judeo-cristiana, renovó las imágenes y las formas de representar, manteniendo siempre un respeto intachable y permaneciendo absolutamente fiel a las historias representadas. En cualquier caso, supo llevar estas escenas a su terreno, combinándolas con un uso tan complejo de la luz y las sombras que muchas veces sería imposible identificar la escena sin conocer bien la historia. Es el caso, por ejemplo, del fantástico grabado de la Sagrada Familia, que sólo podemos reconocer por el halo y los rayos que salen de la cabeza de María y por la serpiente que huye bajo su falda. Sin esos símbolos, podríamos pensar que estamos ante la simple representación de una madre amorosa que mira con cariño a su hijo durmiendo sobre ella.
En muchas de las láminas, la escena está dominada por la oscuridad a excepción de algún punto de luz, que proporciona al artista la excusa perfecta para desarrollar al máximo su dominio excepcional del claroscuro. Por ejemplo, en La estrella de los Reyes, la única luz es, precisamente, la procedente de la estrella que guía a los Magos al establo donde les espera el Mesías. Otro ejemplo para ilustrar esto es, de hecho, un grabado que trata una temática muy similar, La Adoración de los pastores (1650-1654), en la que el farol que llevan los pastores nos brinda la única luz de toda la escena, que queda así sumida en la penumbra. En otras láminas, por el contrario, la sombra es utilizada simplemente para dar más profundidad a las escenas, siendo superior la luz, como en la otra estampa dedicada a la Adoración de los pastores (1652-1656).
Exposición #RembrandtMLG 8) "Jacob acariciando a Benjamín" (1635-1639). Aguafuerte, 116 x 89 mm. Edición: finales del siglo XVII.
— MuseoLázaroGaldiano (@Museo_Lazaro) April 20, 2018
Esta estampa ilustra la ternura, la protección de un padre y la seguridad y felicidad del hijo #arte #art #Madrid #FelizFinde pic.twitter.com/HD7qih3pMv
Otro aspecto llamativo de Rembrandt es la cantidad desmesurada de autorretratos que realizó a lo largo de su vida. Es de largo el artista que más veces se retrató a sí mismo. En sus 300 grabados, se conocen 32 autorretratos, la mayoría realizados en sus comienzos. Por lo general, son de pequeño tamaño y le sirven para estudiar las expresiones faciales, los gestos que manifiesten estados de ánimo y emociones. Sin embargo, con el paso del tiempo el autorretrato de Rembrandt (también vale para su obra pictórica) fue adquiriendo un poso metafísico y psicológico mucho más profundo. En las expresiones de sus autorretratos se observa una gran capacidad de autoanálisis, una mirada inquisitiva y un gesto siempre desafiante, propio de un hombre poderoso que sabe bien cuál es su don. Por otro lado, realizó una gran cantidad de retratos, y en sus grabados se ve una gran expresividad, una penetración psicológica que pocas veces ha sido alcanzada en la historia del arte y una sobriedad sorprendente, muy lejos de las costumbres barrocas que imperaban en Europa.
En conclusión, Rembrandt. Obra gráfica es una exposición sorprendente que ayuda a dar a conocer una faceta que, si bien no es demasiado conocida en Rembrandt, es clave para comprender su obra y colocarle en el lugar que ocupó en su época, una posición privilegiada. La muestra, que contiene la colección completa de grabados del museo, es suficientemente representativa. La visita, por tanto, es altamente recomendable para todo aquel amante del arte que quiera profundizar más en el conocimiento de una de las figuras imprescindibles.