Hay jinetes de luz en la hora oscura
Juan Orellana | 15 de julio de 2017
War for the Planet of the Apes (****)
EEUU, 2017
Director: Matt Reeves
Guion: Mark Bomback, Matt Reeves (Novela: Pierre Boulle)
Reparto: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Judy Greer, Gabriel Chavarria, Max Lloyd-Jones, Terry Notary, Sara Canning, Ty Olsson, Devyn Dalton
Una generación muy distinta de la actual es la que en 1968 disfrutó de la primera saga cinematográfica inspirada en la novela de Pierre Buolle, publicada en 1963. Aquella película de ciencia ficción veía la luz en los años de las utopías sesentayochistas, de la crítica al concepto de autoridad y la denostación de la moral tradicional y de la religión. Todo esto estaba de forma clara en El planeta de los simios, de Franklin J. Schaffner. Hoy, han cambiado mucho los tiempos y del clima de ilusión utópica que caracterizaba aquella época hemos pasado a una mentalidad pesimista y distópica, dominada por una gran incertidumbre y una permanente sensación de amenaza. La nueva revisitación de la saga ya no podía moverse en los parámetros de hace medio siglo. Por esto, las películas de la saga de Matt Reeves buscan un tono más apocalíptico, oscuro, sin personajes felices. Esto se nota mucho más en este que en su anterior film, El amanecer del planeta de los simios.
En esta tercera entrega, huye, además, de un maniqueísmo entre monos malos y hombres buenos. De hecho, entre los simios hay dos facciones y entre los hombres hay una guerra civil. El guion se preocupa de que comprendamos las razones de todos, que son siempre de supervivencia y, por tanto, evita que nos alineemos en una sola posición. El protagonista sigue siendo César (Andy Serkis), un simio que busca la paz y un futuro de tranquilidad y seguridad para los suyos y está dispuesto a sacrificarse, si fuera preciso, para salvarlos. El film recuerda en muchas cosas a Apocalipsis Now, de Coppola, sobre todo en lo que al personaje radical del coronel que interpreta Woody Harrelson se refiere. La presencia de la niña Amiah Miller en el papel de Nova introduce un factor de humanización y ternura muy importante. Por su parte, la tecnología digital de captura de movimiento es sencillamente impresionante por su realismo y verosimilitud. La película es, en cierto modo, un retrato de nuestro presente, a pesar de su simiesca apariencia.