Hay jinetes de luz en la hora oscura
Andrea Reyes de Prado | 12 de septiembre de 2017
Colección Alicia Koplowitz – Grupo Omega Capital
Museo de Bellas Artes de Bilbao. Museo Plaza, 2. Hasta el 23 de octubre de 2017 Todos los días de 10:00 a 20:00 horas Entrada: 9 € (reducida: 7 €) Catálogo: 208 págs, 39 € Sitio webLo que Goya diría a Gauguin, en éxtasis de fuertes caracteres. Lo que Canaletto dibujaría desde el recuerdo, absorto en sus detalles de agua. Perversión de Schiele sobre Rotari, persecución de De Kooning sobre Van Gogh. Perpendiculares de Mondrian conversando con perpendiculares de Gris, tal vez tímido Giacometti ante ferocidades de Freud. Richier y Bourgeois jugando cautas con la naturaleza, Arellano gritando flores, Rothko pidiendo silencio. Y aquellas mudas primeras voces, de mármol, hermosos ecos de la Antigüedad, observando perennes el transcurrir del Arte desde su entonces.
¡La #ColecciónAliciaKoplowitz ya se exhibe en @museo_bilbao por primera vez en nuestro país y hasta el 23/10! https://t.co/lBxL8JA4cJ pic.twitter.com/0xQP4kWN34
— Museo BBAA Bilbao (@museobilbao) July 31, 2017
«¿Qué se dan entre sí las sombras?», reza un verso de Alejandra Pizarnik. ¿Qué se dan entre sí las obras de arte, en su acompañada solitaria convivencia? ¿Qué se dan, qué se dicen, desdicen, maldicen, imploran, tantos nombres de tantas épocas cuando nadie los ve? Goya, Gauguin, Mondrian o Rothko son sólo algunas de las muchas voces que forman parte de la colección de Alicia Koplowitz (Madrid, 1953), empresaria cuya pasión por el arte, temprana e inevitable, la ha llevado a poseer una de las mayores y más ricas colecciones de pintura y escultura de la actualidad, que ha permanecido siempre, salvo contadas y discretas excepciones, en su intimidad. Hasta ahora.
Esta pasada primavera, cincuenta y tres de sus obras fueron expuestas en el Musée Jacquemart-André de París y ahora, hasta el 23 de octubre de 2017, casi el doble de obras habitan el Museo de Bellas Artes de Bilbao en la que es, sin duda, una maravillosa oportunidad para contemplar grandes y pequeñas joyas pictóricas y escultóricas que, guiadas por la mirada y criterio de Alicia, abarcan desde la Antigüedad hasta nuestro siglo XXI. «Dice la historia –en palabras de Bingen Zupiria, presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao– que el coleccionista sensible va componiendo a lo largo de los años, con paciencia y emoción, un conjunto de obras que sólo los muy allegados pueden contemplar en la privacidad de su entorno diario. Pero también es frecuente que, tarde o temprano, los espíritus más generosos sientan la necesidad de mostrar sus hallazgos, de compartir con los demás tanta belleza».
Disponible el catálogo de la #ColecciónAliciaKoplowitz en @museo_bilbao, testimonio de una joya artística única: https://t.co/VdAC12F6a9 pic.twitter.com/OyeXyjLBQG
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Entusiasta y comprometido, el espíritu de Alicia Koplowitz ha decidido al fin compartir sus tesoros, y lo ha hecho en un reconocido enclave cuyo nuevo director, Miguel Zugaza (que desde el Museo del Prado ha regresado al que ya fue su hogar), define así la magia de la exposición: «Muy pronto se reconoce que no es una colección al uso sino, más bien, una corriente de sensibilidad que se traslada libremente de obra en obra». Sensibilidad que tiene en la recuperación del ideal de belleza clásico, el interés por la figura humana y la huella de la mujer sus tres principales vértices. La persistencia del ideal clásico, El siglo de las Luces, Vida privada, vida pública, París, cambio de siglo, Nuevos caminos en el arte de entreguerras, Materia, gesto, mancha, Figuraciones, Informalismos y abstracciones y Epílogo conforman así este recorrido inmenso en calidad y cualidad.
Amplias paredes blancas, llenas de luz y quietud, sostienen la delicadeza de La Virgen con el Niño Jesús y san Juanito de Zurbarán (1659-1661), la dulce madurez precoz del Retrato de Josefa Manuela Téllez-Girón y Alonso-Pimentel de Esteve y Marqués (1800) o la mágica invitación de La arcada de la Torre del Reloj de Venecia con tiendas y mujeres conversando de Guardi (1775-1780). Preciosas obras como La lectora de Boilly (1789-1793) o la Pareja de retratos de jóvenes de Rotari (1756-1762) conviven a lo largo de las primeras salas con la poderosa Maja y celestina al balcón de Goya (1810-1812) o La siesta de Madrazo (1875).
El encantador y delicado ‘Retrato de la condesa de Haro’ del maestro Goya en la #ColecciónAliciaKoplowitz. pic.twitter.com/alvpSlWsrX
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Una embriagadora sensación de asombro, teñida por el anhelado y tan pocas veces convocado síndrome de Stendhal, acompaña el paseo visual y emocional por tríadas únicas de pintores como Van Gogh (con su Naturaleza muerta, jarrón con claveles de 1890), Gauguin (en Mujeres a la orilla del río de 1892) y Toulouse-Lautrec (otra Lectora, azulada de ceño fruncido, de 1889); o la formada por Picasso (Retrato de hombre joven, 1900), Schiele (Mujer con vestido azul, de 1911, y Mujer con cabello rubio desnuda, de 1914) y Modigliani (La pelirroja con el colgante, 1918). Distintas miradas donde la mujer salta de un lienzo a otro, transformándose, cuyos distintos secretos se permiten entrever en las breves descripciones que de forma acertada incluye el folleto de la exposición. Dejar los sentidos explorar y acudir después a sus recovecos.
Las formas se simplifican al mismo tiempo que el pensamiento de sus líneas se compleja –siglo XX; pura tensa inflexión–, y el silencio de obras de Gris (Violín y periódico, 1917) o Staël (Un cuento, 1948) dialogan con el susurro de esculturas de Gargallo (Pequeña máscara de Pierrot, 1927), Calder (Palos de ébano en semicírculo, 1934), Giacometti (Mujer de Venecia I, 1956) o Chillida (Rumor de límites IV, 1960). En sala superior y especial, por instalación, las últimas notas de una colección que mantiene los mismos ideales con los que se inició: el canon clásico (Sin título [Bola de madera], Weiwei, 2010), la figura humana como núcleo (Le Dormeur du val, Kiefer, 2014) y la presencia creadora –enigmática y vital– de la mujer (Araña III, Bourgeois, 1998).
Esto es una maravilla.
— Andrea Reyes (@AudreyRdP) September 3, 2017
Hay quien peregrina a Lourdes o a Santiago. Yo me curo y encuentro mi paz en los museos. @museo_bilbao pic.twitter.com/oCfxWDUZdS
Pocas veces tanta belleza, y tantos buenos ejemplos de tantos periodos y emociones han estado unidos bajo un mismo techo. Tanto para interesados en el Arte como para sus más leales amantes la exposición Colección Alicia Koplowitz – Grupo Omega Capital supone una ocasión única, finita, que no debería dejarse pasar. La inmersión en cada obra, tanto conocidas como por descubrir, es una fascinación. Lo comprueba, lo afirma, lo contagia quien escribe estas palabras. No en vano viajó hasta la cálida ciudad de Bilbao para en presencia vivirlo.