Hay jinetes de luz en la hora oscura
Juan Orellana | 03 de noviembre de 2017
Un joven matrimonio vive en el campo y se dispone a trasladarse a la ciudad, a pesar de las resistencias de él, que es compositor. De repente, una mañana, él fallece en un accidente de coche. Ella queda desolada, pero, sin embargo, su difunto marido se quedará acompañándola invisiblemente, como un fantasma. No estamos ante una película de terror, sino ante una singular historia de amor, contada a través de su negativo, el duelo de la separación.
A Ghost Story nos habla de la aceptación de la pérdida, del dolor de la incomunicación, de la soledad y el duelo en una película de fantasmas, de viajes en el tiempo y fenómenos paranormales. El resultado es enormemente lírico, pero con un inevitable aire de película experimental, festivalera, no recomendable para cualquier tipo público de gustos más convencionales.
Esos planos estáticos tan dilatados, esa pena observada con lupa indiscreta, esa melancolía que en algunos planos nos remite inevitablemente a otros del Nosferatu de Murnau… son elementos de una puesta en escena muy cinéfila y poco popular, muy de interiores y con escasas localizaciones al aire libre. La película juega con el paso del tiempo, con las comunicaciones a medias, con los silencios y las esperas. Una película triste -¿desesperanzada?-, que no nos va a llevar a una meta clara, pero tampoco nos va a dejar la sensación de que nos han tomado el pelo.
El director y guionista David Lowery, conocido para muchos por su adaptación de Peter y el Dragón, ya había indagado en las relaciones de pareja y la separación en En un lugar sin ley (2013), curiosamente con los mismos actores protagonistas, Rooney Mara y Casey Affleck.
A Ghost Story ganó en el Festival de Sitges el premio a la mejor fotografía, realizada por Andrew Droz Palermo, muy curtido en el mundo del corto y del documental. Una fotografía que se nos presenta en una pantalla en 4:3 con las esquinas redondeadas, como muchas fotos de los años ochenta. Una película interesante, difícil, imperfecta, pero enormemente evocadora y sugerente.